En el lenguaje de los esquimales, la palabra “besar” es idéntica a la que se utiliza para decir “olor”. Por este motivo, se le llama “beso esquimal” al beso que se refriegan las narices. El beso con la nariz (llamado también “beso malayo”), que ha sido descrito por Charles Darwin, Bronislaw Malinowski y otros muchos etnólogos, es una forma de compartir el espacio olfativo del otro. Entre los tchouktches de Siberia, según describe V.G. Borogaz, el padre de familia suele aplicar su nariz sobre la mejilla de su hijo para aspirar el olor de su cuerpo y de su ropa: es una manera de despedirse de los suyos o de reencontrarlos después de una ausencia prolongada.